Con el aumento de las temperaturas los anfibios se apresuran en realizar sus cortejos y puestas.
El sapo corredor (Epidalea calamita) es uno de los primeros en aprovechar las charcas temporales. Primero acuden los machos a tomar posesión de sus parcelas en las orillas de las charcas.
En este vídeo se puede escuchar el potente canto del sapo corredor. Fijaros cómo antes de empezar a inflar el saco bucal llena sus pulmones de aire.
Ahora a esperar a que aparezca alguna hembra. Antes de que éstas lleguen, los machos se precipitan hacia cualquier cuerpo en movimiento; son frecuentes los encontronazos con otros machos que se liberan de los equivocados pretendientes con una característica llamada con la que parecen decir: «no te equivoques conmigo, ahuequen!».
Las primeras en llegar están muy solicitadas y varios machos suelen avalanzarse sobre ellas, formando grupos más o menos numerosos.
En el siguiente video de Toni Alcocer podemos ver cómo a un amplexo de un macho y una hembra se quieren incorporar dos machos más. Los machos que se ven abrazados por otro macho emiten la citada llamada.
Por fin se forman las parejas que permanencen en amplexo durante algunas horas hasta que la hembra empieza a soltar la puesta.
La fecundación es externa, como en casi todos los anfibios. Conforme la hembra va soltando los huevos, el macho los va fecundando.
El trabajo de los adultos termina aquí. En las charcas menos profundas o en las orillas de las masas de agua de mayor profundidad, quedan los característicos cordones de huevos.
El sapo corredor prefiere encharcamientos temporales, donde apenas hay competencia por los escasos recursos alimenticios. Esto hace que en ocasiones la charca se seque antes de que los huevos o los renacuajos completen su ciclo, malogrando la nueva generación.
Para los más afortunados ahora es momento de crecer; miles de renacuajos se agolpan en las charcas.
Individuos de diferentes puestas pueden coexistir en la misma charca con lo que podemos ver ejemplares en diversas fases de crecimiento.
Aunque lo más habitual es que todos los sapitos completen la metamorfosis a la vez, momento en el que podemos observar a miles de pequeños sapitos en las orillas de las charcas, dispuestos a abandonar el medio acuático hasta la próxima temporada.